La niña triste Le llamaban “la niña triste”. La miraban de lejos mientras permanecía sentada y sus rizos castaños tapaban su rostro. Jugaba a ver las nubes, encontraba sus amigos en el cielo, no necesitaba a nadie o tal vez sí. Hasta que un día apareció él, un chico alto y despeinado se le acercó, le miró a los ojos y le extendió la mano derecha con una sonrisa, inclinó la cabeza y se puso colorado. Así fue como Melisa recuperó su nombre y consiguió un nuevo amigo: Fer. Ya no estaba sola, tenía un amigo a quien contar sus secretos, con quien quedarse horas y horas hablando en el parque, hasta que la luna les llamara para que regresaran a casa. Todo iba bien eran felices, siempre estaban juntos, a todas horas en todo momento. Eran los mejores amigos que en el mundo han podido existir nunca. Pero no todo siempre puede salir bien. Un domingo de verano pasó lo inevitable, después de un año y medio de amistad, pasó lo que todo el mundo sabía que iba a ocurrir tarde o temprano. Fer le abrazó y le dijo que la quería, quería salir con ella, besarle en la mejilla y sonrojarse, decirle te quiero, sin saber bien bien lo que ello comportaba. Le besó y le cogió de la mano, pasaron dos semanas de felicidad aparente. Pero ella recordó su condición solitaria. ¿A quién le contaría eso? estaba confusa, pero ya no tenía un amigo a quien contarle sus más íntimos secretos. Ahora era un “novio”. En realidad seguía siendo una niña triste, que andaba con la gente del mundo sin sentirse acompañada. Sola, sin sentirse llena, asustada. Ella era la niña triste, no Melisa. Y así, sola, decidió cosas que cambiarían su rumbo. Conocía a otro chico que también le gustaba (un capricho). ¿Era más seguro esto que estar con su mejor amigo? Sí. Igualmente no tenía a nadie a quien pedirle consejo. No quería hacerle daño, pero su soledad le hizo hacérselo. Se fue, creyéndose que estaba enamorada de una estrella fugaz del cielo. Y Fer la miró, lloró y nunca le volvió a acompañar en su viaje. Nunca volvió a quedarse a hablar horas y horas con ella en el parque, nunca volvió a abrazarla sin ningún motivo, nunca. La niña triste ya no es niña y se mira al espejo y no se reconoce, al recordar aquellas cosas tan crueles que una vez hizo. Se mira el espejo y se da cuenta de que, tal vez sin saberlo, perdió a la única persona que pudo llamarle Melisa. Aunque nunca se lo diría; al fin y al cabo, una vez fue una niña triste. By: Yunae mE LONcontRE POR LA NET...Y KISE COMPARTIRLO....ESPERO LES GUSTE COMO A MI.... HONOR A QUIEN HONOR MERECE...SALUDOS A TODOS....Y BESITOS CHIQUITITITITOS...
moosh_14 (jueves, 17 julio 2008 a las 07:51)
me gusto mucho tu blog amiga y esta muy triste lastima que mucha gente cae en eso se enamoran de una estrella fugaz.... Pero como diria una amiga siempre hay que tener el corazon cálido y la cabeza bien fria
Arkangel_supremo (miércoles, 16 julio 2008 a las 09:22)
me agrado aunque note menalcolia e cada palabra note el sntimiento de alguien que quiere sentir de nuevo pero cada palabra es un comulo de una obra de arte alo mejor solo es un pensamiento para desahogar el alma pero hizo creo un pensamiento
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